¿Alguna vez habéis probado a hacer yogur casero en casa? Yo recuerdo que mi madre tenía una yogurtera y de pequeña solíamos hacer, pero han pasado muchísimos años sin que lo haya vuelto a intentar. De hecho, hace unos meses probé una receta con probióticos y, aunque parecía muy sencilla, no conseguí un resultado para nada satisfactorio y tuve que descartarlo.
No hace mucho me topé con una receta que creaba yogur a partir de un yogur. Primero me quedé un poco extrañada, incluso me parecía como trampa, pero seguí investigando y descubrí que mucha gente lo elabora de esta forma. Como os comentaba arriba, hacer yogur desde cero con probióticos no es fácil, o al menos para mi, por lo que usar un yogur simplemente nos ayuda a crear, de una forma mucho más sencilla y segura, esos «bichitos» y entorno que necesitamos para desarrollar el yogur. Yo opté por comprar un yogur de la mayor calidad posible, sin azúcar y con el mínimo de conservantes, para no introducir muchos «elementos negativos» a la mezcla final. Además, aunque usemos 1 yogur, la cantidad final que conseguimos es mucho mayor, por lo que vale la pena.
El resultado para mi ha sido maravilloso. He conseguido un yogur súper cremoso, denso y lleno de sabor, sin necesidad de endulzantes. No sé si vosotros sois de los que le echáis azúcar al yogur, yo jamás, siempre opto por comerlo tal cual o con fruta, como mucho le añado un poco de miel. Pero es que este yogur casero resultó tener mucho sabor sin haberle agregado endulzante. Una maravilla. Ah y no lo he dicho, pero no necesitaremos yogurtera, solo una olla y un tupper grande. Así de sencillo.
Esta receta no tiene muchos secretos ni pasos complicados, está al alcance de todos, sobretodo porque utilizaremos pocos ingredientes y muy básicos. Pero sí hay que cuidar mucho el proceso de fermentación: es muy importante que conservemos el yogur en un frasco o tarro herméticamente cerrado y que lo dejemos fermentar y reposar en un lugar cálido, oscuro y sin cambios de temperatura.
Sin duda hacer yogur griego en casa es mucho mejor que comprarlo en el supermercado. Hoy en día, para dar cremosidad, muchas marcas añaden nata a la mezcla, cosa que convierte el yogur en algo muy clórico. ¿De verdad alguien se cree que el yogur griego, en sus orígenes, se creaba añadiendo nata, espesantes, almidones y sustancias de lo más variopintas para buscar mayor densidad sin tener que desuerar posteriormente y por tanto perder el 50% del producto? ¡Claro que no! Su textura tan cremosa se consigue eliminando el suero y de alguna forma concentrado el yogur o la mezcla. Lo veréis en el proceso más abajo.
Otro puntazo de esta receta es que, aunque yo lo he elaborado con yogur natural y leche enteros, se puede sustituir por sus versiones desnatadas, por lo que podemos elaborar yogur natural desnatado si lo deseamos. El yogur griego es perfecto para comer a cucharadas, con fruta de todo tipo, para hacer salsas o vinagretas, acompañar tostadas,… es muy versátil.
Un pre-aviso: necesitaréis alrededor de 2 días para hacer el yogur, entre el reposo y la eliminación del suero, por lo que planificadlo con tiempo si tenéis en mente una fecha concreta en la que necesitéis el yogur.
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Tiempo total: 2 días
Raciones: 800 gr (aprox)
Dificultad: Baja
Ingredientes:
- 1 L leche entera (puede ser también desnatada)
- 1 yogur natural sin azúcar (recomiendo que no sea desnatado)
- 2 cdas leche en polvo (puede ser también desnatada)
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos vertiendo el litro de leche en un cazo. Lo calentaremos a fuego medio hasta llegar a una temperatura de 70ºC. Yo lo hice con termómetro, pero si no lo tenéis podéis usar un método casero: sumergid vuestro meñique en la leche. Si contáis segundos y al 5º o 6º tenéis que sacar el dedo porque os quema y no podéis aguantar, estará perfecto y lo podremos retirar. Si podéis aguantar más significa que aún no ha alcanzado la temperatura deseada y, si por lo contrario, tenéis que sacarlo antes tendréis que dejarlo templar unos minutos.
Paso 2:
En un bol a parte removeremos el yogur (que os aconsejo mucho que sea de buena calidad y sobretodo sin azúcar) y agregamos 1 vaso de la leche caliente. Removeremos hasta disolver por completo el yogur, hasta conseguir una mezcla líquida. Es importante que la leche esté a la temperatura comentada, para no matar las bacterias que fermentando nos crearán el yogur. Pero si está demasiado fría no conseguiremos crear el entorno cálido que necesitamos para la fermentación.
Paso 3:
A la mezcla anterior le agregamos la leche en polvo. Removeremos enérgicamente para que se disuelva y debemos asegurarnos que queda bien disuelto. Si queréis aseguraros, podéis colarlo en otro bol y si quedan grumos disolverlos y volverlos a agregar a la mezcla. Luego verteremos este bol dentro del cazo con el resto de la leche y mezclaremos unos segundos para combinar.
Desde que agregamos la leche al yogur el proceso debe ser ágil y lo más rápido que podamos, pues no nos interesa perder la temperatura de la leche.
Paso 4:
Pasaremos la mezcla a un tupper grande y lo taparemos. Lo envolveremos con una toalla y, una vez envuelto, lo meteremos dentro de una bolsa de plástico que cerraremos con un nudo. Buscaremos un lugar cálido, pequeño y cerrado, como un horno o microondas, y meteremos dentro el recipiente bien tapado. Lo dejaremos así 12 horas.
Paso 5:
Pasadas las primeras 12 horas de fermentación en realidad ya tendríamos yogur y lo podríamos consumir. Pero como lo que queremos es un yogur griego, seguiremos con el proceso.
Paso 6:
Colocaremos un colador grande (si es posible metálico o de aluminio) encima de un bol grande. No debe sobresalir porque se nos saldría el suero, pero entre la base del bol y del colador tenemos que tener un margen de al menos 20 cm.
Cubriremos el colador con un trapo de cocina no demasiado gordo y dentro (encima del trapo, sí) verteremos todo el yogur. Doblaremos el trapo sobre sí mismo tapando el yogur y nos lo llevaremos a la nevera toda una noche (un mínimo de 8 horas). Veremos como todo el suero del yogur irá cayendo al bol y nuestra mezcla de yogur cada vez será más cremosa.
Pasado el tiempo de esta segunda fermentación ya podremos pasar el yogur a otro recipiente hermético o en los botes donde lo queramos guardar. Lo conservaremos en la nevera un máximo de 1 semana.
Como extra, os comento que cuando planteé hacer la foto me faltaba algo de color, así que en modo express preparé una salsa o culis de frambuesas. Tan fácil como partir por la mitad un puñado de frambuesas, ponerlas en un cazo con 1 cda de panela y un chorrito de limón y dejar que reduzca. Cuando las frambuesas se hayan derretido y tenga consistencia, lo dejaremos en un bol para enfriar.
Corté también un poquito de mango, que creo que combina perfectamente con el yogur.
¡Espero que lo disfrutéis!