Hablar de Semana Santa es también, en el ámbito gastronómico, hablar de torrijas. Para los que no las conozcáis (que creo que seréis pocos) las torrijas son rebanadas de pan duro mojadas en leche o vino, fritas con rebozado de huevo y espolvoreadas de canela y azúcar. En casa no suele faltar una buena fuente de torrijas, pero de las de leche. Porque sí, los amantes de las torrijas se dividen en dos: los forofos de las torrijas de leche y los forofos de las de vino. Yo probé una vez las de vino y, debo ser sincera, no me gustaron nada. En cambio las de leche se me derriten en la boca y me vuelven loca, con esa textura tan esponjosa y blandita por toda la leche que ha absorbido, y el toque de canela que las hace tan dulzonas- Son toda una delicia.
Cuentan que las torrijas ya aparecían allá por el siglo XV, lo que no es raro porque es una receta de aprovechamiento en toda regla, de manual. En épocas de escasez todo se aprovechaba, así que cuando el pan endurecía había que encontrar formas de reaprovecharlo para no tirarlo. Su asociación a esta época del año, además de lo comentado anteriormente, quizás también se debiera a que había todavía más sobrante de pan pues, durante el tiempo en que no se podía comer carne, se consumía todavía menos.
Como comentado anteriormente, en general, las torrijas son rebanadas gordas de pan seco que se empapan en leche o vino y se aromatizan con el objetivo de que el interior quedes bien jugoso y blando, sin llegar a deshacerse. Aunque las torrijas se elaboran tradicionalmente con pan del día anterior, no todas las variedades son igual de recomendables. El mejor pan para hacer torrijas es el que tiene una corteza fina, una miga densa y que sea poco alveolado (que no tenga muchos agujeros), porque así se aboserberá mucho mejor la leche. Tampoco tiene que ser un pan demasiado duro, pues sino no lo podremos cortar y no llegará a quedar del todo blando.
Es un postre muy sencillo y de lo más tradicional. Si no lo habéis probado nunca ya os digo que no podéis perderos estas tostadas suaves, con sabor intenso a leche y canela. Y los que cada año celebréis esta tradición, ¡ya estáis tardando en preparar una buena fuente! Tampoco podéis perderos otras recetas tradicionales de Semana Santa, os las dejo aquí.
Vamos a por este sencillo paso a paso, que también os he dejado en vídeo en mi Instagram.
Tiempo total: 30 min (+1h de reposo)
Raciones: 1 barra
Dificultad: Baja
Ingredientes:
- 1 barra de pan del día anterior
- 1L leche (podéis usar leches vegetales si lo deseáis)
- 2-3 ramas de canela
- 3 cdas azúcar
- Piel de 1 limón
- 1-2 huevos para el rebozado
- Aceite de oliva o girasol para freír
- Canela y azúcar para decorar
Elaboración:
Paso 1:
Antes de empezar con el paso a paso, comentaros un detalle de los ingredientes. Si quisierais hacer más cantidad, la proporción de leche y azúcar es de 3 cucharadas de azúcar por cada litro de leche.
Ahora sí, el primer paso es poner a hervir la leche con la/s rama/s de canela, la piel del limón y las cucharadas de azúcar. Lo llevaremos a ebullición y en este punto lo retiraremos del fuego. Os recomiendo hacerlo a fuego medio-bajo.
Paso 2:
Mientras se calienta la leche cortaremos toda la barra de pan en rebanadas de unos 2 cm aproximadamente. Las iremos colocando un poco separadas en una fuente o bandeja con cierta altura.
Cuando la leche haya hervido la verteremos por encima de las torrijas asegurándonos que se empapan bien. La dejaremos que se empapen por lo menos una hora, pueden estar un poco más. Si vierais que el pan absorbe la leche muy deprisa, en menos de 10 minutos, podéis añadir un poquito más de leche. Es importante que se empape toda la rebanada, sobretodo el centro. Así que cuando haya pasado la hora revisaremos que está bien mojado. Presionaremos un poco el centro y si vemos que esta bien húmedo estarán listas para freír.
Paso 3:
Batiremos los dos huevos en un plato hondo o un lugar donde poder manejar bien las torrijas. Con la ayuda de una espátula cogeremos una torrija a la vez y la rebozaremos en el huevo, mojando bien ambos lados. Debemos ser cuidadosos para que no se rompan.
Luego las iremos poniendo en una sartén con aceite caliente, pero con el fuego medio-bajo para evitar que se queme mucho el huevo. Cuando veamos que está dorado, le daremos la vuelta para que se fría por el otro lado. Seguiremos igual hasta acabar con todas las torrijas. Os recomiendo usar una sartén amplia y que hay al menos un par de dedos de aceite para que puedan freírse bien. Tampoco pongáis muchas torrijas de una sola vez.
También puede ser que el aceite se vaya ensuciando con la leche que van soltando las torrijas y el huevo del rebozado. Lo que podéis hacer es colar el aceite y volverlo a utilizar, pues todas las impurezas quedarán en el colador. La verdad es que freír torrijas es una tarea un poco sucia, pero el resultado vale la pena.
Paso 4:
A medida que las torrijas estén listas las iremos colocando sobre un plato con papel absorbente y, aún calientes y recién sacadas, espolvorearemos un poco de azúcar y canela por encima para que vayan absorbiendo esos sabores e ingredientes.
Las dejaremos enfriar, veremos como endurecen un pelín pero eso está bien así se desmoronaran menos, y las colocaremos en una bonita fuente para servir.
Las torrijas son una receta muy sencilla y perfecta para iniciarse en repostería tradicional. Solo debemos ir con cuidado con el manipulado de las rebanadas, ya que si están muy empapadas estarán muy blandas y se nos pueden deshacer. Se conservan perfectamente un par de días, ¿creéis que durarán tanto?