¿Imagináis un mordisco increíblemente aireado y jugoso con sabor a queso? Pues podréis hacer realidad vuestro deseo con esta tarta de queso que os comparto hoy. Es increíblemente esponjosa y cremosa, tanto que al coger un pedazo con la cuchara escuchamos el aire y el burbujeo, y ¡solo vais a necesitar 3 ingredientes!
Como leéis, esta tarta no solo está deliciosa y sorprende, sino que además utiliza muy pocos ingredientes y esto también hace que su elaboración sea de lo más sencilla. Recuerda un poco a la tarta de queso estilo japonés, aquí tenéis una receta muy similar, pero más fácil de preparar. Además son ingredientes muy básicos, que podéis encontrar fácilmente en cualquier supermercado.
Si sois fans de los cheesecakes esta tarta se convertirá rápidamente en un básico en vuestras casas. De hecho, desde que hice la receta en casa, ya he horneado 2 más para reuniones familiares y con amigos. ¡Y todos se han enamorado del resultado! Si os gustan las tartas de queso, no olvidéis checkear mi sección de cheesecakes del blog, donde encontraréis un montón de recetas variadas, con y sin horno, versión fría o caliente,… ¡A cuál mejor!
Aprovecho para deciros que os he dejado una videoreceta en Instagram con el paso a paso de la receta, así no habrá ninguna duda. El único punto que debéis poner atención, como os comento en el post, es en el horneado. Importante tener en cuenta:
- El horno debe estar pre-calentado a la temperatura indicada
- Debéis poner la tarta en la parte baja del horno y solo con calor por abajo
- Poner el molde dentro de otro recipiente, con agua hirviendo que cubra 2-3 cm de la base, para cocinar al baño maría
- Si queréis dorar la superficie, podéis poner calor por arriba los últimos 5 minutos, pero controlando muy bien que no se queme
- Cuando pase el tiempo de cocción, apagar el horno, abrir la puerta y dejar que enfríe por completo ahí dentro. Esto es muy importante hacerlo así para evitar cambios bruscos de temperatura y perder esponjosidad y volumen
Una vez haya enfriado del todo ya la podéis desmoldar y podéis conservarla a temperatura ambiente o en la nevera. Yo os recomiendo en la nevera, creo que el toque frío le va increíble.
Ah! Y no os preocupéis si veis que durante el horneado crece mucho y luego baja, es normal.
¡Que lo disfrutéis!
Tiempo total: 45 min
Raciones: 1 tarta
Dificultad: Baja
Ingredientes:
- 4 huevos
- 250 gr Philadelphia (o queso crema deseado)
- 180 gr leche condensada (si lo queréis más dulce podríais añadir hasta 200 gr)
*Nota: podríais sustituir la leche condensada por chocolate blanco derretido. Cambiará muy ligeramente la consistencia y, por supuesto, el sabor, pero quedará también muy rico.
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos pre-calentando el horno a 180ºC, con calor solo por abajo.
Paso 2:
Separaremos claras de las yemas de los huevos y montaremos las claras a punto de nieve. Recomiendo hacerlo con unas varillas eléctricas, pero también se podría hacer a mano. Simplemente os llevará más tiempo y esfuerzo. Las reservaremos.
Paso 3:
En otro bol batiremos, con las mismas varillas (no hace falta limpiarlas), las yemas junto a la Philadelphia hasta no ver grumos. Queremos una mezcla bien homogénea y ligera. Entonces añadiremos la leche condensada y batiremos de nuevo para integrar bien.
Paso 4:
Incorporaremos las claras montadas reservadas al bol anterior, en 2 o 3 tandas y mezclando con una espátula y movimientos envolventes. Debemos hacerlo suavemente para no perder el aire conseguido.
Paso 5:
Verteremos la mezcla en un molde de 20 cm de diámetro previamente engrasado. Pondremos el molde en una fuente o recipiente más grande y verteremos agua muy caliente en dicho recipiente hasta que cubra 2-3 cm de la base del molde de la tarta.
Paso 6:
Nos lo llevaremos al horno, en la parte baja, durante 30 min. Pasado el tiempo de cocción, si deseado, podemos poner calor por arriba también y cocinar unos 5 min o hasta dorar la superficie. Es opcional, pero la capa doradita le queda genial. Simplemente vigilad muy de cerca para que no se queme.
Entonces apagaremos el horno, abriremos la puerta y dejaremos que la tarta enfríe por completo dentro del horno. No os preocupéis si baja, es normal. Cuando esté completamente fría, la podremos sacar del horno y desmoldar. Se puede servir inmediatamente y os recomiendo guardarla en la nevera.