Los roscos de vino son uno de los dulces más típicos de la Navidad, o al menos de la Navidad de mi casa, pues con unos abuelos andaluces es un dulce que nunca falta en nuestras mesas en estas fechas tan señaladas. El año pasado me animé con los polvorones y el Panettone, pero este año quería animarme con esta receta tan tradicional.
Son unas rosquillas muy fáciles de preparar y que su característica reside en ese destacable pero sutil sabor a anís y vino dulce, que se te deshace en la boca. Si a eso le sumamos que se rebozan en azúcar glas, uau, ya se me hace la boca agua. Podéis hacerlos de la medida que más deseéis, así que si no los hacéis demasiado grandes serán el broche perfecto a una comida o cena navideña. ¡O como merienda dulce, por supuesto!
Ya sabéis que me encanta lo casero, así que os animo a que probéis esta sencilla receta y que sorprendáis a toda la familia en días tan hogareños.
Tiempo total: 75 min
Raciones: 20-30 roscos (dependiendo del tamaño)
Dificultad: Fácil
Ingredientes:
- 150 gr harina de fuerza
- 150 gr harina de trigo normal
- 50 gr sésamo tostado
- 120 gr azúcar glas
- 125 gr manteca de cerdo a temperatura ambiente
- 1/4 cdita canela
- 1 cdita de licor de anís o anís estrellado
- 125 gr vino moscatel
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos pre-calentando el horno a 170ºC para tostar las harinas. Mientras se calienta, mezclaremos en un bol la harina de fuerza con la harina de trigo, así como el sésamo. Removeremos bien para que se reparta y lo verteremos en una bandeja para horno previamente forrada con papel vegetal. Cuando el horno esté caliente, introduciremos la bandeja y cocinaremos durante unos 25 min o hasta que veamos las harinas ligeramente tostadas. A mitad del horneado, o varias veces si lo vemos necesario, vamos removiendo la harina para que no se tueste solo de un lado.
Paso 2:
Verteremos las harinas en un bol y dejaremos que enfríen. Una vez completamente templadas, agregaremos la canela y 60 gr de azúcar glas (el resto lo reservaremos para la decoración final) y removeremos bien para repartir los ingredientes. A continuación agregaremos la matenca de cerdo y con la ayuda de las manos la integraremos. Tenemos que ir como «chafando» la masa hasta conseguir como una bola bien integrada.
Paso 3:
Sobre la bola compacta verteremos el anís y el moscatel y, de nuevo, con la ayuda de las manos y una especie de amasado vamos a ir integrándolo. Si vemos que nos queda muy pegajosa podemos añadir un poco de harina. La idea es conseguir una masa homogénea.
Paso 4:
Ahora es el momento de montar los roscos. Pondremos la masa sobre la mesa de trabajo o un papel vegetal y la estiraremos con un rodillo. Debemos conseguir un grosor de 1 cm o más o menos gordo según os gusten los roscos. Con la ayuda de un cortador redondo o un vaso haremos los varios roscos aprovechando al máximo la masa. Recortaremos también el circulito del centro del rosco con una boquilla, un descorazonador o cualquier utensilio que tengamos.
Trasladaremos los roscos a la bandeja de horno forrada con papel vegetal y volveremos a juntar los restos de masa para formar una bola, volverla a estirar, volverla a recortar y seguir así hasta terminar con la masa.
Paso 5:
Llevaremos los roscos al horno, pre-calentado a 170ºC, durante unos 15 o 20 min o hasta que veamos que los bordes empiezan a dorarse. Al sacarlos del horno, los dejaremos 5 min en la misma bandeja y, con cuidado y con la ayuda de una espátula, trasladaremos los roscos a una rejilla para que enfríen.
Paso 6:
Cuando estén completamente fríos los rebozaremos en azúcar glas, asegurándonos que se impregnan bien. ¡Y listo! ¿Os he prometido que era una receta fácil no?
Ahora no tenéis excusa para no poneros manos a la masa y celebrar la Navidad por todo lo alto. Además, estos roscos se pueden conservar perfectamente en un recipiente hermético durante unos cinco días, así que los podréis disfrutar sin problema.