Los Pastéis de nata, Pastéis de Belém o Pasteles de Belén son uno de los postres más famosos de Portugal y conocidos mundialmente. Son un bocaditos extremadamente dulce, pero delicioso, con un contraste de texturas maravilloso, por el crujiente del hojaldre y la esponjosidad de la crema.
En casa los hemos comido mucho, pues tengo familia portuguesa. Además, el pueblo de mis abuelos está muy muy cerquita de Portugal, por lo que cada verano era tradición escaparnos varios días a comer estos mini bocaditos. Además hace unos años viajé a Lisboa con mis hermanas y enloquecimos con los pastelitos que comimos en los dos sitios más famosos de la ciudad: en la famosísima Casa Pastéis de Belém en el barrio de Belém en Lisboa, a orillas del río Tajo y que se caracteriza por sus marisquerías y sus casas con azulejos de colores. Y en Casa Piriquita, que en realidad está en Sintra, no en Lisboa como tal, pero es un lugar maravilloso.
Este dulce consiste en una base de hojaldre, que se rellena de crema pastelera. Se hornea y se deja quemar un poco por encima. La receta de los pastelitos de Belém tiene su origen en el siglo XIX y la receta original original se dice que es un secreto, no se conocen los ingredientes exactos que se utilizan y solo se venden en la Casa Pastéis de Belém que os comentaba arriba. Sin embargo, es uno de los dulces más populares de Portugal y en cualquier confitería se pueden encontrar. Se cree que históricamente fueron creados por unos monjes católicos. Cuenta la historia que tras la Revolución Liberal todos los conventos de Portugal se cerraron en 1834, expulsando a todos los trabajadores y el Clero. Un monje panadero para salir adelante y sobrevivir, decidió poner a la venta en una pequeña tienda de comercio, unos pasteles llamados “Pastéis de Belém” (por el barrio donde se encontraba). Decidió crear una receta muy especial y vendérsela al empresario portugués Domingo Rafael Alves, que los popularizó y empezó a comercializarlos por Lisboa y por todo Portugal. En 1837 abrieron la Casa Pastéis de Belém en las instalaciones anexas a la refinería, donde desde entonces siguen vendiendo los tradicionales pasteles. Desde entonces, esta receta es transmitida y conocida exclusivamente por los maestros pasteleros que los fabrican de modo artesanal en el “Taller del Secreto” y se mantiene inalterable hasta hoy en día.
Hoy prepararemos de forma casera tanto el hojaldre como la crema. Os recomiendo que os animéis a prepararlo así, porqué no tiene ni punto de comparación si el hojaldre es comprado. De todas formas, tenéis la opción de comprar el hojaldre ya hecho y solo preparar la crema. El paso a paso tiene una dificultad media, pero si seguís los consejos seguro que os saldrá genial. Tomároslo con calma, pues la masa requiere mimo y también bastantes horas de refrigerado, por lo que no será una elaboración rápida.
Enjoy!
Tiempo total: 4-5 horas
Raciones: 20-25 pastelitos
Dificultad: Media
Ingredientes:
- Para la masa:
- 290 gr harina de trigo
- 1 pizca sal
- 210 ml agua
- 240 gr mantequilla pomada/ablandada
- Harina extra para espolvorear
- Para el relleno:
- 40 gr harina de trigo
- 50 ml + 250 ml leche
- 165 ml agua
- 240 gr azúcar glas
- 1 rama canela
- 1 cdita extracto vainilla
- 5 yemas huevo
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos preparando la masa, haremos un hojaldre. Primero pondremos en el bol batidor o robot la harina, la sal y el agua y con la herramienta del gancho batiremos unos minutos para integrar. Veremos que es una masa muy pegajosa, pero a la que se empiece a despegar de las paredes del bol estará lista para el siguiente paso.
Paso 2:
Espolvorearemos abundante harina sobre la encimera o superficie de trabajo y volcaremos encima la masa. Haremos una bola, espolvorearemos un poco más de harina por encima y taparemos con film. La dejaremos así sobre la encimera 10 min. Después de este reposo volveremos a enharinar la superficie (sí, necesita mucha harina esta receta) y estiraremos la masa con un rodillo en un cuadrado de unos 40×40 cm.
Con un pincel o muy suavemente con los dedos retiraremos el exceso de harina de la superficie de la masa. Cubriremos 2/3 de la masa con mantequilla, dejando unos bordes de unos 3 cm libres (sin cubrir). Podemos repartir pequeños cubitos y extenderlos con los dedos o una espátula hasta que nos quede una capa fina. Hay que ir con cuidado de no romper la masa, porque estará finita.
Doblaremos el tercio que no tiene mantequilla sobre el tercio del medio y luego doblaremos encima el tercio con mantequilla. Nos quedará un rectángulo alargado. Lo giraremos 90º. Para que nos sea más fácil, doblaremos la masa sobre sí misma, haciendo como un cuadrado, la giraremos y la desplegaremos. Aprovecharemos el giro para volver a enharinar toda la superficie. No tengáis miedo de poner harina, la masa lo necesita y no se nos puede pegar.
Paso 3:
Volveremos a estirar la masa igual que antes, hasta tener un cuadrado fino de unos 40×40 cm. Repetiremos el proceso: expulsaremos la harina de la masa, cubriremos los mismos 2/3 que antes de mantequilla, dejando unos bordes de 3 cm. Doblaremos la masa igual que antes: primero el tercio sin mantequilla sobre el tercio del centro y luego el tercio con mantequilla. Volveremos a girar 90º la masa, enharinando la superficie, y esta vez la estiraremos en un rectángulo de unos 55×45 cm.
De forma opcional, podemos recortar todos los bordes para que nos quede un poco más bonito y fino.
Paso 4:
Una vez estirada la masa en un rectángulo, cubriremos de mantequilla toda la superficie, sin dejar bordes y esparciéndola bien, para que quede una capa uniforme. Entonces enrollaremos la masa por el lado corto, presionando a medida que enrollamos para ir sellando. Podemos ayudarnos de una rasqueta para ir levantando la masa, hay que ser cuidadosos porque es delicada. Nos quedará un rulo de 55 cm aproximadamente. Cortaremos los bordes para tener un corte más limpio.
Envolveremos la masa en papel film y nos la llevaremos a la nevera un mínimo de 2 horas o mejor si es toda la noche. Si veis que el rulo no os cabe en la nevera lo podéis partir en dos.
Paso 5:
Un ratito antes de sacar la masa (cuando calculemos que nos quedan unos 30 min para que acabe el tiempo de refrigerado), prepararemos el relleno.
Empezaremos vertiendo en un bol los 50 ml de leche y agregaremos la harina. Removeremos bien hasta integrar y tener una masa lisa y suave. Reservaremos.
Paso 6:
En un cazo pondremos el agua, el azúcar y la rama de canela. Lo llevaremos al fuego, a baja potencia, y dejaremos que hierva sin remover ni tocarlo. Debemos esperar a que alcance los 100ºC.
En paralelo, en otro cazo, verteremos los 250 ml de leche y lo llevaremos a ebullición. Cuando empiece a hervir, lo retiraremos del fuego y lo verteremos sobre el bol reservado de harina y leche. Lo iremos agregando poco a poco mientras mezclamos. También añadiremos la vainilla. Seguiremos removiendo sin parar, pues tenemos que ir atemperándolo. Cuando el cazo con el caramelo llegue a los 100ºC lo verteremos poco a poco sobre este bol, sin dejar de remover. Seguiremos removiendo unos 10 o 15 min, hasta que veamos que no sale apenas humo y que la mezcla está atemperada.
Paso 7:
Cuando la mezcla ya esté atemperada, agregaremos las yemas de huevo. Sé que el proceso de remover puede ser lento y aburrido, pero es muy importante para evitar que se cocinen las yemas. Cuando veamos que las yemas se han integrado, colaremos la mezcla en una jarra, taparemos con film y reservaremos mientras preparamos los pastelitos (siguiente paso).
Paso 8:
Pasado el tiempo de enfriado de la masa la sacaremos y la cortaremos en rodajas de unos 3-4 cm. Cada una de estas rodajas será nuestro pastelito.
Engrasaremos un modle de cupcakes o vasitos de aluminio y pondremos una rodaja dentro de cada hueco. Lo dejaremos así unos 15 min, para que la masa se atempere y sea más fácil pode trabajarla.
Paso 9:
Nos mojaremos las yemas de los dedos con agua. Con el pulgar presionaremos el centro de una de las rodajas, hasta crear como un hueco y aplanarlo. Luego con los índices iremos estirando las «paredes» hacia arriba, pegándolas al molde para crear una especie de vasito. La masa tiene que coger la forma del vasito o cavidad en la que lo cocinemos (en mis stories lo veréis bien). Los laterales deben quedar más bien finitos, pero no presionéis mucho la base para que no quede muy delgada.
Repetiremos el proceso con todas las rodajas, hasta tener todos nuestros pastelitos. Entonces rellenaremos con el relleno reservado en la jarra. Rellenaremos casi hasta el borde, dejando medio cm hasta llegar arriba.
Paso 10:
Pre-calentaremos el horno a la máxima temperatura que nos permita. El mío llega a 280ºC. Cuando alcance la temperatura, hornearemos los pastelitos ente 8 y 12 min, según el horno y la temperatura máxima. Es importante la temperatura, porque además de hacer que la base quede crujiente, nos dará esos puntos quemados en la superficie del pastelito, tan típico de los pasteles de Belén.
Cuando veamos que ha cuajado la masa, que la base está crujiente y que la superficie está dorada y un punto quemada, estará listo para sacarlo del horno. Dejaremos que enfríe sobre una rejilla y desmoldaremos.
De forma opcional podemos espolvorear azúcar glas por encima.
¡A disfrutar de estos pequeños bocados!