Hoy viajamos por el mundo y nos vamos hasta Israel para probar este increíble Pan Challah, o pan jalá, cuyo origen está estrictamente ligado a la religión judía. Por ello, tiene una serie de normas e ingredientes que hay que seguir, si queremos ser fieles a la receta original.
Es un pan que recuerda al brioche europeo, pero dado que en Israel tradicionalmente se preparar para el Sabbat y otras festividades, en su elaboración no se utiliza ningún producto lácteo. El término «jalá» originalmente se refiere a la «mitzvá» de separar una porción de la masa antes del trenzado, que después se daba a los «cohanim» en la época del Templo. También es importante el significado de su forma. Por ejemplo, se suele hacer singular para celebrar el inicio del año nuevo judío y simboliza la continuidad entre un año que termina y un año que comienza. En cambio, cuando es en forma de trenza como el que os traigo hoy simboliza el amor, la verdad, la paz, la creación, la libertad, la armonía, la conexión familiar, la unidad y la justicia que se entrelazan. ¿Increíble, no?
Se puede servir de varias formas, leí en un blog que en algunos países de Medio Oriente se sirve con albóndigas y salsas aromatizadas con hierbas, que en el norte de África se acompaña con pescado o que en zonas de Europa del este lo presentan con patés de hígado, pescado, huevos o cualquier pescado marinado o ahumado.
Como veis es un pan que da mucho de qué hablar. Además tiene un diseño precioso, una consistencia esponjosa y un sabor delicioso. ¡Todo apunta a que tenéis que ir ya a por los ingredientes y arremangaros para amasar!
Tiempo total: 120 min + 2h fermentado
Raciones: 1 barra-trenza
Dificultad: Media
Ingredientes:
- 250 gr agua
- 30 gr levadura fresca
- 40 gr miel
- 500 gr harina de fuerza
- 1 huevo L
- 60 gr aceite de oliva virgen extra
- 10 gr sal
- Semillas o especies al gusto. Yo puse: sésamo, amapola, orégano y sal gorda
- Para el brillo: 1 yema de huevo + 1 cda de aceite + 1 pizca sal
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos mezclando el agua (mejor a temperatura ambiente), la levadura desmenuzada y la miel en un cuenco grande en el que podamos amasar dentro. Si vamos a utilizar un robot o amasador lo pondremos directamente en el cuenco de la máquina. Removeremos enérgicamente con unas varillas o una cuchara hasta que se integre lo máximo posible.
Paso 2:
A continuación, en el mismo bol anterior, agregaremos la harina y el huevo (previamente batido). Removeremos primero con una espátula y cuando ya no podamos más, seguiremos con las manos (o con el robot). Justo cuando empecemos a amasar, mientras vamos estirando la masa, vamos agregando el aceite en forma de hilo, para que se vaya combinando gradualmente con el resto de ingredientes.
Paso 3:
Una vez agregado todo el aceite, amasaremos la masa alrededor de 8 minutos, dentro del mismo cuenco y sin movimientos ni golpes bruscos. Es una masa muy sencilla y agradecida, no necesita demasiado trabajo. Simplemente debemos estirar la masa por un lado y doblarla sobre sí misma y así la vamos girando sobre sí misma para tirar de todos los extremos. Al doblarla presionaremos suavemente y seguiremos así. Si lo amasáis con un robot hacedlo a velocidad baja, pero os aconsejo que la trabajéis a mano.
Paso 4:
Pasados los 8 minutos, agregaremos la sal y seguiremos amasando 2 o 3 minutos hasta un total de unos 10 minutos, que es el tiempo habitual de amasado. Después, pintaremos un bol grande con aceite y pondremos un mini chorrito de aceite en la base y colocaremos la masa en forma de bola. La cubriremos con un paño y la dejaremos fermentar hasta que duplique su tamaño.
El tiempo dependerá de la temperatura ambiente. Lo ideal es estar entre unos 20 y 24 ºC para que leve correctamente y, a esta temperatura, debería tardaros alrededor de 1:30-2:00h.
Paso 5:
Cuando haya pasado el tiempo de fermentado, sacaremos la masa del cuento y la colocaremos sobre la mesa de trabajo previamente enharinada. La estiraremos en forma de rectángulo, con mucha suavidad y sin presionar mucho para no perder mucho aire. La dejaremos así, destapada sobre la mesa durante unos 10 minutos.
Paso 6:
Pasados los 10 minutos de reposo, dividiremos la masa en tres partes iguales y cada porción la enrollaremos como en unos pequeños cilindros o rollos gruesos, los taparemos con papel film y los dejaremos de nuevo reposar 10 minutos.
A continuación, estiraremos cada rollo en tiras largas, con un diámetro de unos 4 o 5 cm de groso, presionando ligeramente, dejando siempre un mayor grosor en el centro que en los extremos. Todos los rollos deben tener la misma extensión y el mismo grosor.
Paso 7:
Es hora de montar el pan. Para ello, cruzaremos 2 de los rollos como en una cruz no muy amplia y en el centro colocaremos el tercer rollo. Después enrollaremos cada extremos como si hiciéramos una trenza, procurando no apretar demasiado el entrelazado para que el pan pueda leudar fácilmente. Sellaremos bien los extremos con unos pellizcos y doblándolo hacia dentro para que quede un acabado bonito.
Trasladaremos la trenza a una bandeja o rejilla de horno forrada con papel vegetal, con cuidado de no desmontarlo. Cubriremos el pan con un trapo y dejaremos fermentar durante 30 minutos.
Paso 8:
Cuando queden 5 minutos para que acabe la media hora de leudado, prepararemos el brillo. Para ello sencillamente pondremos los 3 ingredientes en un bol y los batiremos con unas varillas o un tenedor. Cuando consigamos una masa homogénea y líquida, pintaremos el pan con cuidado de no perder el aire conseguido (utilizad solo la mitad del brillo, dado que luego tendremos que volver a utilizarlo). Debemos asegurarnos que pintamos bien todo el pan. Dejaremos fermentar la masa 15 minutos más, esta vez sin tapar.
*Nota: Si el brillo os quedara muy espeso podéis añadirle una cucharada de agua para conseguir una textura más líquida y que os sea más fácil pincelar el pan.
Paso 9:
Pasados los 15 minutos, volveremos a pintar con el brillo todo el pan y espolvorearemos por encima las semillas o especies que hayamos escogido. Entonces, nos llevaremos el pan al horno, pre-calentado a 175ºC, durante unos 20 minutos o hasta que veamos que la trenza está dorada. Debemos ir controlándolo para que no se queme y es mejor ponerla en la parte inferior.
Al sacar el pan del horno, y con cuidado de no quemarnos, lo pasaremos a una rejilla para que enfríe al menos 20 minutos. Lo podemos comer todavía un poco tibio o frío del todo.
Es un pan súper esponjoso y con mucho sabor, ideal para comer solo (y seguir la tradición) o preparar una especie de panini con varios toppings y queso que podemos incluso gratinar de nuevo en el horno (versión moderna).
Si lo conserváis bien en una bolsa o caja hermética os puede aguantar tierno hasta 3 días. Aunque después puede ir endureciendo, si lo tostáis o pasáis por el horno os aguanta hasta 5 días. Incluso, si se os queda muy duro, podéis reaprovecharlo para hacer torrijas o pudding de challah, ¡aquí no se tira nada!
Como os contaba arriba, es un pan que no contiene ingredientes lácteos, y esto incluso lo convierte en un pan más saludable. Pero si queréis hacer vuestra propia versión y que se asemeje más a un brioche, podéis sustituir el el agua por la misma cantidad de leche y el aceite por 50 gr de mantequilla en pomada. A mi me encanta el aceite y todo lo que sepa a aceite, especialmente si es un pan o una masa casera, además que si usamos aceite de oliva el resultado será un pan con una miga más esponjosa, húmeda y con un color más marronoso, ¡pero para gustos colores!
Os recomiendo mucho esta receta, os sorprenderá.