Creo que más de una vez ya os lo he dicho, pero soy fan fan fan de las focaccias. Me vuelven loca y me encanta prepararlas como snack o aperitivo. Es una maravilla hacer recetas de pan en casa. La focaccia tradicional italiana es blanda en su interior y crocante en la superficie. El secreto de esta magnífica combinación es el aceite de oliva extra virgen y el cariño en el amasado. Ah, y no nos olvidemos de la sémola, el gran secreto de toda base de focaccia o pizza bien crujiente.
En el blog no es la primera vez que cocinamos esta delicia, de hecho tenéis una receta de focaccia tradicional y otra similar pero con unos pomodorini como topping. Hoy la prepararemos con unas verduras: pocharemos una cebolla con un poco de miel y hornearemos unas láminas de berenjena también pintadas con miel y aceite. De forma opcional se le puede añadir un poco de mozzarella y estará ¡para mo-rir-se!
La focaccia es un pan súper versátil en sabores. Se puede comer sola, con un poco de sal gorda, pero también acompañarla de todo tipo de vegetales o jamones. Normalmente suele ser una gran masa que una vez hecha de corta en tiras o cuadrados. En esta ocasión, como lo preparé para una comida de pica pica con amigos, pensé que sería más práctico hacerlo en porciones individuales, pero podríais saltaros ese paso y hacerlo todo en una única masa. Incluso, si lo deseáis, podéis servirlo como un bocadillo: por ejemplo una base de pesto o aguacate con unos tomates en rodajas, calabacines con hojas de albahaca, unas hojas de espinacas frescas con rúcula,… ideas las hay en cantidad.
¿Cómo lo rellenarías tú?
Tiempo total: 140 min
Raciones: 6 focaccias individuales
Dificultad: Media
Ingredientes:
- Para la focaccia:
- 400 gr harina panadera (o de trigo)
- 1 cdita sal
- 1 cdita azúcar
- 7 gr levadura panadera (instantánea)
- 220 ml agua tibia
- 60 ml aceite de oliva virgen extra
- Sémola
- Para el topping:
- 2 berenjenas
- 1 cebolla
- 3 cdas aceite de oliva
- 3 cdas miel + 1/2 extra
- 50 gr mozzarella rallada
- Sal gorda
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos preparando la masa de la focaccia para avanzar con el resto mientras fermenta. En un bol grande pondremos la harina, la sal, el azúcar, la levadura, el agua y el aceite. Removeremos un poco con una espátula para que se mezclen los ingredientes y después amasaremos. Podemos hacerlo con un robot de cocina, con el gancho de amasar, y programarlo unos 7 min a velocidad media. Pero sin problema se puede hacer a mano, de hecho yo siempre prefiero hacerlo a mano. Amasaremos con movimientos enérgicos y presionando la masa durante unos 15 min, que veamos que la masa está elástica y no se pega a las manos.
Pondremos en el mismo bol un chorro de aceite en la base, colocaremos la masa en forma de bola, lo taparemos con papel film o un trapo y dejaremos que leve entre 1 y 2 horas, o hasta que duplique su tamaño.
Paso 2:
Mientras la masa fermenta, prepararemos las berenjenas. Las cortaremos en láminas de 1 cm aproximadamente, tampoco demasiado finas porque sino en el horno se nos tostarían. De forma opcional, si queremos sacarle un poco el amargor, podemos hacer este truco: en una bandeja o fuente ponemos una base de berenjenas, esparcimos sal gorda, cubrimos con otra capa de berenjena, otra de sal y así hasta acabar con todas las láminas. Lo dejaremos así unos 10 min y la sal ayudará a quitar ese amargor.
Luego las limpiaremos con abundante agua y las iremos colocando sobre una bandeja de horno forrada con papel vegetal. Mezclaremos las cucharadas de miel y aceite y con la ayuda de un pincel pintaremos todas las láminas de berenjena por ambas caras. Nos las llevaremos al horno, pre-calentado a 200ºC, durante unos 30 min, dándoles la vuelta a la mitad.
Cuando estén hechas, las reservaremos sobre la misma bandeja.
Paso 3:
¡Y seguimos con el multitasking! Mientras las berenjenas se hornean, será el momento de preparar la cebolla. La cortaremos en finas láminas y separaremos las capas para que nos queden como tiras de cebolla. Las pondremos en una sartén con un chorrito de aceite y a fuego fuerte. Cuando cojan color, bajaremos el fuego y cubriremos de agua. Cuando el agua se consuma, si todavía no están pochadas, volveremos a agregar agua. Seguiremos así hasta que estén blandas y tengan un color dorado. Antes de apagar el fuego, añadiremos 1/2 cdita de miel y rehogaremos a fuego alto un par de minutos. Reservaremos.
Paso 4:
Cuando la masa ya haya fermentado, la pondremos sobre la superficie de trabajo y la estiraremos un poco con las manos. La dividiremos en 6 partes iguales y estiraremos cada porción en un óvalo o rectángulo. Iremos colocando cada porción en una bandeja de horno, con una base de sémola y separadas un poco las unas de las otras para que cuando leven y se horneen no se toquen entre ellas.
Cuando las tengamos todas hechas, volveremos a cubrir la bandeja con papel film o un trapo y dejaremos que doblen su tamaño de nuevo. En este punto, si queréis acelerar un poco el proceso, podéis poner el horno a la mínima temperatura, no más de 25ºC, y colocar la bandeja dentro, incluso abriendo un poco la puerta. Con el calor residual levarán mucho más rápido.
Paso 5:
Pasado el tiempo de leudado de la masa, será el momento del montaje final. Primero haremos unos hoyitos en cada focaccia. Esto es muy típico de las focaccias. Os recomiendo mojaros un poco los dedos en aceite para que no se os peguen a la masa y para así darle un toque extra de sabor.
Luego pintaremos ligeramente la superficie con un poquito de aceite, repartiremos la mozzarella, la cebollas y la berenjena por encima de cada porción. De forma opcional podemos acabar con un poco de sal gorda, que es el toque icónico de la focaccia tradicional.
Paso 6:
Nos llevaremos las focaccias al horno, a 230ºC, unos 15 min o hasta que estén bien doraditas.
¡Listo! Perfectas para servir al momento. Si os sobran os recomiendo guardarlas en un recipiente hermético y antes de comerlas volverlas a calentar al horno, porque en el microondas se reblandecen. Sin calentar es posible que al día siguiente ya no estén crujientes.
Buen provecho!!