Aunque pueda parecer una tarta más bien veraniega, ¡los cheesecakes son totalmente atemporales! Además, tienen la súper ventaja de que como no necesitan horno, no cuestan nada de hacer, solo debemos ser pacientes con el tiempo de enfriado para que cuaje correctamente. Y, por si fuera poco, hoy es el Día Mundial de la Tarta de Limón, ¡y había que hacerle un homenaje!
Soy fan del cheesecake tradicional y siempre es un acierto en cualquier celebración o reunión al que lo llevo, ¡es mi comodín! De hecho en el blog tenéis un montón de recetas. Pero no tenía ninguna con limón, todo un clásico en repostería y con el que es difícil fallar. Y la verdad que no fallé, en casa ha encantaaado, aunque somos todos muy fans de limón, todo sea dicho.
Esta tarta de queso de lima y limón es muy sencilla de preparar, fresquita y bastante ligera, ya que no utilizaremos la nata que suelen llevar este tipo de tartas (lo sustituiremos por yogures naturales sin azúcar). La cremosidad del relleno combina a la perfección con el toque ácido del limón y la lima. A esto se le suma una deliciosa base crujiente de galleta a la que le añadimos un toque especial a almendra (totalmente opcional!!).
Si os gustan los cheesecakes o tartas de queso, ¡definitivamente tenéis que probar este!
Tiempo total: 30 min + enfriado
Raciones: 1 tarta
Dificultad: Baja
Ingredientes:
- Base:
- 150 gr galletas Digestive o similares
- 120 gr mantequilla derretida
- 50 gr almendras molidas (opcional, si no lo queréis incluir, haced 200 gr de galletas)
- Relleno:
- 500 gr Philadelphia (o un queso para untar similar)
- 2 yogures naturales sin azúcar
- 8 hojas gelatina
- 70-80 gr azúcar glas (según dulzor deseado)
- 1 limón grande o 2 pequeños
- 2 limas
- Gelatina:
- 100 ml zumo de limón
- 50 ml agua
- 50-60 gr azúcar (según dulzor deseado)
- 2 hojas gelatina
- Colorante amarillo
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos preparando la base de nuestra tarta. Para ello, trituraremos las galletas con la ayuda de un robot o machacándolas con un rodillo dentro de una bolsa. Cuando las tengamos con una textura arenosa fina, las juntaremos con la almendra molida y lo removeremos bien para que se integre.
Después, derretiremos en el microondas la mantequilla y la verteremos sobre la mezcla anterior. Removeremos bien para que se reparta por toda la masa y la verteremos sobre el molde que vamos a utilizar. Os recomiendo que sea desmoldable, ya que sino será difícil sacar la tarta del molde. Yo he utilizado un molde de 18 cm porque me gustan los cheesecakes bien altos, pero podéis hacerlo en uno de 24 cm y os quedará más alargado. No os recomiendo que sea de menos de 18 cm porque no os entrará el relleno y si es más grande de 24 cm os saldrá demasiado fino.
Pondremos papel vegetal en la base y presionaremos la mezcla de galletas por toda la superficie, de forma que quede uniforme y compacta por todo el molde. Lo llevaremos a la nevera mientras seguimos con la receta.
Paso 2:
A continuación pondremos las hojas de gelatina en abundante agua fría, que las cubra por completo, y las reservaremos.
También rallaremos el limón y las limas, sin llegar a la parte blanca que es la que amarga, y los exprimiremos. Pondremos los zumos en un vaso grande o bol y lo calentaremos en el microondas un par de minutos. Queremos que se caliente pero no que hierva, puede depender de la potencia de cada microondas.
Una vez que tengamos el zumo caliente añadiremos las hojas de gelatina escurridas, que deben ya estar ablandadas (sino nos esperamos). Removeremos para ayudar a que la gelatina se integre en el zumo, debemos conseguir que se deshaga en el líquido. Reservar para más adelante.
Paso 3:
Pondremos el queso Philadelphia junto al azúcar glas en un bol grande y batiremos con unas varillas eléctricas un par de minutos.
Os recomiendo mucho utilizar azúcar glas porque como es una tarta que no se hornea, el azúcar no se derretirá y el azúcar blanco tarda más en disolverse y no es agradable encontrarse los granitos.
Paso 4:
A la mezcla anterior incorporaremos los yogures y batiremos un par de minutos más para homogeneizar. Podéis utilizar también yogur tipo griego, os dará más cremosidad.
También agregaremos el zumo del limón y las limas con la gelatina disuelta y las ralladuras de ambos cítricos. Lo repartiremos con movimientos envolventes para no perder volumen.
Verteremos el relleno sobre la galleta que teníamos enfriando y golpearemos un poco el molde contra la mesa o encimera para eliminar aire. Lo cubriremos con papel film y lo refrigeraremos un mínimo de 3 horas o, si es posible, mejor de un día para otro.
Paso 5:
Cuando la tarta se haya refrigerado, tenemos dos opciones: o la desmoldamos y servimos así, quizás con ralladura de limón por encima o unas hojas de menta, o si queremos presentarla con un toque más glamuroso hacerle una sencillísima gelatina. Hay que tener en cuenta que la segunda opción implica más tiempo, pues debe volver a refrigerar, así que también podéis elegirlo en función del tiempo que tengáis, de ambas formas quedará delicioso.
Si queréis hacer la gelatina, entonces una vez enfriada la tarta deberéis seguir los pasos que os cuento abajo.
Paso 6:
Primero pondremos las hojas de gelatina en abundante agua fría para que se ablanden. Por otro lado, exprimiremos el limón y pondremos el zumo en un cazo, junto con el azúcar y el agua. Lo pondremos a fuego medio y, cuando rompa a hervir, agregaremos las hojas de gelatina, que deben ya estar blandas y escurridas. Removeremos de nuevo durante 1 min y lo retiraremos del fuego.
Paso 7:
Como el zumo de limón no tiene un color muy intenso, le daremos una ayudita con un poco de colorante. Yo he utilizado colorante en pasta, que me gusta más, pero en este caso podría ser también líquido. Añadiremos unas gotas y removeremos bien. Lo haremos a ojo hasta conseguir el color que deseemos. Una vez lo logremos, lo dejaremos atemperar unos 10 min.
Paso 8:
Una vez haya templado la gelatina, sacaremos la tarta de la nevera y verteremos el líquido de la gelatina por encima con la ayuda de una cuchara. Es decir, pondremos la cuchara en el centro de la tarta y verteremos el líquido sobre la cuchara para que no caiga directamente sobre la tarta. Iremos moviendo la cuchara por toda la superficie de la tarta para que quede toda cubierta. Volveremos a taparlo con papel film y lo llevaremos de nuevo a la nevera un mínimo de 2 horas, ya que debe cuajar.
Pasado el tiempo de reposo, retiraremos la tarta de la nevera y la desmoldaremos. Con un cuchillo muy afilado o una espátula de aluminio muy fina repasaremos todos los bordes del molde para asegurarnos que no se pegue a las paredes durante el desmoldado. Con cuidado, abriremos el molde, asegurándonos que no se queda pegado nada al mismo ni que se nos rompe la tarta.
Como en la base pusimos el papel vegetal, será muy sencillo despegarlo y poderlo trasladar a un plato o la superficie en que queramos presentarlo. Si hemos dejado el cheesecake el tiempo necesario en la nevera no tendremos ningún problema para desmoldarlo.
Como habéis visto, es una tarta muy sencilla y que no necesita de muchos pasos o ingredientes.
Y el resultado está para chuparse los dedos, ¡de verdad de la buena!