Con esta receta damos el pistoletazo de salida a las recetas de Semana Santa de este año. Como os comenté en mi Instagram, en el blog ya tengo otras recetas tradicionales, pero quería ampliar un poco el repertorio.
Así pues, hoy os comparto esta sencilla y deliciosa receta de buñuelos de bacalao caseros, típicos de esta época, pero también perfectos en cualquier momento del año como picoteo, acompañamiento de un principal,… Son rápidos y fáciles de preparar, y también económicos, pues el bacalao no es un pescado caro y además no necesitaréis demasiada cantidad (aunque podéis duplicar las cantidades sin problema).
La receta que os comparto es la de mi abuela de toda la vida. No sé si es la más tradicional o no, de hecho en casa le ponemos cebolla pochadita y creo que esto no es muy típico, pero sin duda es una receta de toda la vida. ¡Qué recuerdos me trae!
Comentaros que utilicé un lomo de bacalao de calidad, pero también se pueden utilizar piezas más delgadas o los trozos menos vistosos, pues al final lo desmenuzaremos.
Son un bocadito delicioso, dorados y crujientes por fuera, y tiernos y jugosos por dentro. ¡Imposible resistirse!
Os voy a dar todos los trucos y consejos para que os queden perfectos:
- Repasar bien con los dedos el lomo de bacalao, para asegurarnos que no hay espinas o raspas. Y os recomiendo desmigarlo con las manos en trocitos muy pequeños.
- El ajo a mí me gusta dorarlo junto a la cebolla pero podéis ponerlo en crudo. Y sobretodo que el perejil sea fresco, es un ingrediente clave!
- Hay que desalar el bacalao (o comprarlo ya desalado). Si elegís salado, os recomiendo tenerlo en agua unas 48 horas (mínimo 24h), cambiándola 2-3 veces al día. Cuando lo queramos utilizar, lo escurriremos y lavaremos bien.
- No uso sal en el sofrito. Una vez tengamos la masa hecha, probaremos y corregiremos de sal. Sobretodo es importante si habéis desalado el bacalao en casa. No hay nada peor que unos buñuelos salados. Podéis también añadir un poco de pimienta.
- La clave de la receta es dejar reposar la masa en la nevera. Mínimo media hora, pero si es 1 o 2 horas o de un día para otro no pasa nada. Si está muy líquida no se nos inflarán bien.
- Si tras agregar los huevos veis que la masa está muy grumosa y seca, podéis añadir otro huevo más (o medio para que no quede muy líquida). Si os ha quedado demasiado líquida podéis corregir con un poco de harina, pero ojo no os paséis y os quede mazacote.
- Importante controlar la temperatura del aceite, queremos que esté caliente (no pongáis los buñuelos si aún no tenemos la temperatura correcta, ya que chuparán aceite y no quedarán ricos), pero no demasiado. Al principio podemos echar un poquito de masa al aceite y si se dora rápidamente (pero que tampoco se queme al instante), el aceite estará listo. A medida que vamos friendo el aceite se irá calentando, así que tendremos que ir controlando la temperatura.
- Podéis freírlos en un cazo o en freidora. En ambos casos deberíamos tener una temperatura de unos 170ºC, que el aceite esté caliente pero sin humear. Hay que procurar que se hagan por ambos lados y siempre en tandas pequeñas para que no baje la temperatura del aceite. Tardará un par o tres de minutos.
Por cierto, os he dejado los stories destacados en mi Instagram de cuando los preparé, pasaros para no perderos detalle.
Y ya no me enrollo más, os dejo con la receta.
¡Ya me diréis qué os parece!
Tiempo total: 30 min + reposo masa
Raciones: 20-30 buñuelos (según tamaño)
Dificultad: Baja
Ingredientes:
- 180 gr bacalao desalado y desmigado
- 1 cebolla pequeña (opcional)
- 2 dientes de ajo
- 150 ml agua
- 30 gr mantequilla
- 110 gr harina
- 1/2 cdita levadura química
- 2 huevos (o más si necesario)
- 1 ramita perejil fresco
- Sal y pimienta
Elaboración:
Paso 1:
Como os comentaba arriba, si hemos comprado bacalao salado habrá que desalarlo dejándolo en remojo en agua mínimo 24h, cambiando el agua 2-3 veces al día. A la hora de prepararlo, quitaremos la piel y posibles espinas y lo desmigaremos muy fino con las manos.
Paso 2:
Picaremos la cebolla a cubitos muy pequeños, así como los dientes de ajo. Lo pocharemos todo en una sartén con un pelín de aceite de oliva.
Paso 3:
Cuando la cebolla y el ajo estén cocinados, agregaremos el bacalao desmigado a la sartén y cocinaremos unos 3 min (máximo 5 min), lo justo para que se cocine pero no más porque no queremos que nos quede seco.
Paso 4:
Mientras se cocina el bacalao, pondremos en un cazo el agua y mantequilla, hasta que ésta se derrita. Cuando la mezcla rompa a hervir, la retiraremos del fuego y la verteremos en un cuenco grande donde habremos mezclado la harina y la levadura.
Paso 5:
Removeremos la mezcla anterior enérgicamente, hasta obtener una masa lisa y homogénea, sin grumos ni rastros de harina. Entonces añadiremos los huevos y removeremos con unas varillas o espátulas hasta integrar. Queremos una masa ligera y sin grumos, pero no demasiado líquida. Si la vemos muy grumosa podemos añadir más huevo, de medio en medio, y si muy líquida podemos agregar una pizca de harina hasta obtener la consistencia correcta.
Paso 6:
A la mezcla anterior agregaremos el sofrito de cebolla, ajo y bacalao, así como el perejil fresco picadito muy fino. Mezclaremos muy bien para repartir y corregiremos de sal (si necesario) y pimienta (aunque es opcional).
Taparemos la masa y la refrigeraremos mínimo 30 min.
Paso 7:
Calentaremos abundante aceite. Cuando tenga la temperatura correcta (ver las notas de la introducción), llenaremos una cuchara sopera de masa, la pondremos encima del aceite y con la ayuda de otra cuchara arrastraremos la masa en el aceite para que se sumerja. Hay que hacerlo rápidamente porque la masa es más bien líquida. Dejaremos espacio entre unos y otros, tienen que poder flotar. Cocinaremos hasta que estén dorados por ambos lados (los podemos ir girando), que puede tardar unos 2-3 min (máximo 5 min).
Cuando estén cocinados, los iremos dejando sobre un plato con papel absorbente, para que absorba el exceso de aceite y queden crujientes por fuera. Tras 1 min aprox los pasaremos a otro plato para que no se humedezcan sobre el papel.
Seguiremos igual hasta acabar con toda la masa.
¡Y listos para devorar! Si os sobran de un día para otro, perderán la capa crujiente, pero seguirán estando riquísimos y la mar de jugosos.