¿Cómo va vuestro comienzo de año? ¡Yo ya a tope con todo!
Uno de mis propósitos para este año es ponerme retos y mejorar mis proyectos. Como sabéis este blog es uno de mis hobbies en mis ratos libres y no le puedo dedicar siempre todo el tiempo que me gustaría. Esto hace que a veces me sienta insegura y que me desmotive, que me pregunte dónde iré con esto. Pero cuando me imagino un día a día sin más Virutas de Limón o sin cocinar cositas me pone triste, así que este año me he propuesto tomármelo con otra filosofía y disfrutarlo a tope. Aprender un montón y quedármelo para mi, para mi experiencia, para mi futuro, para lo imprevisto de la vida.
Una de las cosas que siempre me ha agobiado del blog, aunque creo que poco a poco lo he ido mejorando, ha sido el tema de la fotografía. Cuando creé el blog hace algo más de 2 años para mi era algo totalmente nuevo, no tenía ni idea. Mi pareja me ayudó mucho y poco a poco con la rutina empecé a mejorar, pero siempre he sentido que es mi punto débil. Y no solo la foto como tal, sino todo lo que conlleva: aspectos técnicos, la luz, la vajilla, la composición de los platos y la «escena», la edición,… ¡se me hacía (y aún hace) cuesta arriba! Y claro, si uno navega por Instagram y ve la maravilla de fotos que hay, como que te deprimes un poco…
Pero cada uno tiene que exprimir al máximo sus posibilidades y buscar recursos. He tenido la gran suerte que mi pareja me ha hecho uno de los mejores regalos estas Navidades: un curso privado de fotografía gastronómica. ¡Uau! Tengo unas ganas de hacerlo que no os podéis imaginar. De hecho, si me seguís por redes seguro que os compartiré cositas. Y espero que poco a poco se note en el blog ?
No hace mucho leí que Chloé, de Being Biotiful, decía esta frase: «Práctica, práctica, práctica […] Si te gusta algo, si te apasiona algo, no lo dejes nunca. Práctica todo los días porque la práctica lleva a la experiencia […] Y cuando una cosa te apasiona no lo sientas como trabajo, sino como algo que te llena por dentro y que quieres mejorar cada día. Ser tu mejor versión de ti misma». ¡Y cuánta razón! No sé dónde me llevará Virutas de Limón, no sé qué me depara el futuro, no sé qué oportunidades me puede dar, no sé ni siquiera qué me gustaría hacer para toda la vida, pero lo que sí sé es que hay que disfrutarlo mientras dure.
Y después de esta «moñería» y de haberme abierto con vosotros, vamos a la receta. Hoy versionamos un clásico, el arroz con leche, usando leche de coco y apenas azúcar, pero que se compensa con el plátano planchado en aceite de coco. Yo soy fan fan fan del arroz con leche y lo preparo a menudo, pero esta versión es perfecta para aquellos que no toleran la leche o que quieren comer de forma más saludable sin olvidar el postre.
Tiempo total: 30 min
Raciones: 3 boles
Dificultad: Baja
Ingredientes:
- 185 gr arroz
- 550 ml agua
- 250 ml leche de coco tipo thai (aproximadamente 1 lata)
- 1 pizca sal
- 3 cditas canela
- 1 cdita extracto de vainilla
- 2 cdas aceite de coco
- 1 o 2 plátanos
- Coco deshidratado (opcional)
Elaboración:
Paso 1:
De forma opcional, podemos empezar humedeciendo el arroz. Para ello lo dejaremos en remojo un par o tres de horas. No es un paso obligatorio, pero sí recomendable. Luego lo pasaremos a una olla, agregaremos el agua y lo herviremos a fuego medio unos 12-15 min. No queremos que se cueza del todo el arroz ni que se consuma todo el agua.
Paso 2:
A continuación añadiremos la lata de leche de coco, la canela, la vainilla y la sal, removeremos y dejaremos que hierva unos 5 min. Lo retiraremos del fuego y lo serviremos en los cuencos o fuente donde lo vayamos a servir. Os recomiendo que quede un poquito líquido, pues el arroz tiende a chupar el líquido y si lo dejáis muy seco se os quedará como una pasta.
Paso 3:
Para la decoración final, cortaremos el plátano por la mitad y lo plancharemos en una sartén con las cucharaditas de aceite de coco. Cuando esté dorado, lo serviremos encima del arroz con leche. Podemos agregar tahini, mantequilla de cacahuete, coco deshidratado,… ¡lo que más os guste!