Todo lo que lleve canela me flipa y, si además, le añadimos pasas es ya súper top. Cuando me embarqué con el blog, una de las primeras recetas oficiales que hice, pues ya hacía mis pinitos en mi cuenta personal de Instagram, fue unos cinnamon rolls. Es una de mis recetas preferidas, para mi es como una receta comodín. Pero quería buscar una versión algo más healthy y con un toque diferente. Así fue que me encontré con esta idea de The Works of Life.
Aunque es una receta un poco larga por el fermentado, es sencilla y accesible para todos. El resultado es genial para un desayuno o merienda algo goloso, ¡pero súper casera!
Tiempo total: 3,5 horas (contando los varios levados)
Raciones: 12 – 14 unidades
Dificultad: Media
Ingredientes:
- 250 ml leche a temperatura ambiente
- 150 ml nata para batir a temperatura ambiente
- 1 huevo a temperatura ambiente
- 65 gr panela (o azúcar blanco)
- 65 gr harina de repostería
- 460 gr harina de fuerza
- 10 gr levadura seca
- 8 gr sal
- 100 gr pasas (aproximadamente)
- 50 gr panela (aproximadamente)
- 20 gr canela (aproximadamente)
- 1 huevo + 1 cda agua natural para pintar
- 1 cda agua caliente + 1 cda azúcar para el brillo final
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos mezclando en un bol grande la leche, la nata, la panela, las dos harinas, la levadura seca y la sal. Removeremos bien con una cuchara o una espátula para empezar a integrar y cuando no podamos seguir, trabajaremos la masa a mano o con un robot amasador hasta llegar al punto de membrana. Como os he contado en otras recetas, se trata de estirar un poco de masa y ver como se forma como una película fina, una membrana. Con una amasadora tardaréis unos 12-15 min, a mano quizás un poco más. Cuando se os empiece a despegar del bol y no se pegue tanto a las manos, la tendréis lista.
Después, pasaremos la masa a un bol limpio y la taparemos con un paño. Dejaremos que leve hasta duplicar su tamaño. Puede tardar entre 1 y 2 horas, si hace mucho frío quizás hasta más. No tengáis prisa, es importante que fermente correctamente.
Paso 2:
Pasado el tiempo de fermentación y cuando tengamos la masa duplicada, la colocaremos sobre la masa de trabajo ligeramente enharinada y cortaremos en unas 12 o 14 porciones, dependiendo de la medida de bollos que queramos hacer. Intentaremos no manipular mucho la masa, ayudándonos con una rasqueta para pan o un cuchillo afilado. Haremos con pequeñas bolas y las cubriremos y dejaremos reposar unos 10 min.
Paso 3:
Pasado este segundo fermentado, será el momento de crear nuestros bollos. Para ello cogeremos una bola y la estiraremos con un rodillo enharinado de forma vertical en un rectángulo, de más o menos 1 cm de grosor. La idea es tener una altura de unos 15/20 cm y una anchura de unos 7/10 cm.
Rellenaremos cada bollo de la siguiente manera: espolvorearemos una cucharada colmada de panela por toda la superficie, después seguiremos de igual forma con 1 cdita de canela y finalmente repartiremos una cuantas pasas. Las cantidades son aproximadas, ya que podéis variarlo en función de vuestros gustos. A mi me encanta la canela y le puse abundante, ¡pero va a gustos!
Paso 4:
Cuando tengamos nuestro relleno, enrollaremos la parte alargada de nuestro bollo sobre si misma, sellando la unión con unos pellizquitos para evitar que se abra durante el horneado. Después haremos un corte vertical, sin llegar a una de las puntas, de manera que nos quede una especie de V. Enrollaremos las dos extremidades entre sí, como entrelazándolas. Cuando lleguemos al final, enrollaremos el bollo sobre sí mismo como una caracola o una espiral.
Iremos colocando cada bollito trenzado en una bandeja de horno anti-adherente o forrada con papel vegetal. También podéis utilizar un molde para cupcakes untado en mantequilla o spray y colocar los bollos en los huecos. Taparemos de nuevo con un paño y dejaremos de nuevo que leven hasta que dupliquen su volumen.
Paso 5:
Cuando ya hayan levado, los pintaremos con el huevo batido y mezclado con agua. A continuación los llevaremos al horno, pre-calentado a 180ºC, durante unos 15 min o hasta que los veamos dorados. De todas formas, antes de sacarlos del horno, podéis pincharlos con un palillo para confirmar al 100% que están cocinados.
Paso 6:
Justo tras sacarlos del horno los pasaremos a una rejilla para que no humedezcan y, todavía calientes, los pintaremos con el brillo. Mezclaremos el azúcar con el agua caliente, removeremos hasta que se disuelva, y pintaremos cada bollo. Los dejaremos en la rejilla hasta que enfríen por completo, aunque son un dulce que puede comerse tibio y están también deliciosos.
También podéis optar por una cobertura algo más jugosa, que es la que uso para los cinnamon rolls clásicos. Simplemente debéis mezclar 2 cditas de mantequilla derretida, 4 cditas de azúcar glas, 2 cditas de leche caliente y 1 cda de vainilla en polvo y cuando esté todo bien integrado verterlo sobre los rolls. Mmmmm, ¡riquísimo!
Al ser una masa tipo de pan y casera, aunque se conservan bien 2 o 3 días si se guardan de forma hermética en una caja o tupper, puede que se vayan secando con los días. Un truco es que lo calentéis unos segundos en el microondas y como el azúcar se derretirá ligeramente, así como el brillo y las pasas, conseguiremos humedecerlos y recuperar su sabor inicial.