No nos engañemos, la pizza es una gran debilidad. Pero hacer pizza casera ya es otro cantar, porque no solo nos saldrá más barato, si no que será mucho más saludable. Muchos pensáis que hacer la masa es muy difícil, pero ya veréis en esta receta como es muy fácil y lo satisfactorio que es hacer uno mismo la masa. Haciendo pizza casera puedes escoger la harina, usando la de trigo o usar harinas integrales o de espelta (ambas igual de ricas que la de trigo y más saludables y digestivas), así como los toppings, escogiéndolos todos naturales y healthys.
En este caso yo he optado por ponerle queso, porque me encanta, pero con toppings de calidad y variados no lo vais ni a necesitar. De todas formas, si optáis por coronar vuestra pizza con el tradicional queso, y sobretodo si queréis cuidar la línea, optad por opciones de calidad y saludables. A parte del queso, mi pizza es súper veggie: champiñones, berenjena, calabacín, pimiento y tomate natural. Pero la podéis personalizar con los ingredientes que más os gusten, escogiendo la mezcla de verduras a vuestro gusto. Incluso puede ser una ocasión ideal para hacer limpieza de la nevera y poner todos esos vegetales que tenéis a medias.
Lo único que no os gustará de esta receta es el tiempo de levado de la masa, ¡porque vais a querer comérosla de seguida! Ese aroma a levadura fermentando huele que alimenta
Un clásico hecho saludable: sofá, peli y pizza
Tiempo total: 110 min (teniendo en cuenta el tiempo de fermentación)
Raciones: 1 pizza grande o 2 pequeñas
Dificultad: Media
Ingredientes:
- 210 gr agua
- 4 cdas aceite de oliva
- 1 cdita sal
- 6 gr levadura seca (o de panadero o de panadería)
- 300 gr harina de fuerza (u otra de vuestra elección)
- 1/2 berenjena
- 1/2 calabacín
- 10 tiras pimiento rojo
- 3 o 4 champiñones
- 5 tomates naturales pelados
- Orégano (opcional)
- Queso al gusto (opcional)
- 1 puñado sémola de trigo (opcional)
Elaboración:
Paso 1:
Empezaremos preparando la masa. Para ello, pondremos la harina en un bol grande y lo mezclaremos muy bien con la sal y la levadura. Después, haremos un hoyo en el centro y verteremos el aceite y el agua poco a poco. Con la ayuda de una cuchara o espátula, iremos llevando la harina desde fuera hacia dentro, llenando poco a poco el hoyo de harina e hidratándola con los líquidos. Cuando la harina haya absorbido casi todo el agua y aceite y veamos que nos cuesta mezclar con la cuchara o espátula, será el momento de pasar la masa a la mesa de trabajo para amasar a mano.
Paso 2:
Espolvorearemos la superficie de trabajo, que debe ser antiadherente, con un poco de harina y amasaremos enérgicamente durante unos 10 o 15 min, hasta conseguir una masa tierna y elástica. Iremos golpeando la masa contra la superficie y doblándola sobre sí misma, así como presionándola sobre la mesa con las palmas de las manos y plegándola sobre sí. La pondremos de nuevo en el bol y lo taparemos con un trapo o una tapa para que fermente. Deberá, como mínimo, duplicar su tamaño. Puede tardar entre 1 y 2 horas, dependiendo de la temperatura ambiente, que idealmente debe estar entre 20ºC y 25ºC.
Paso 3:
Mientras la masa va fermentando, prepararemos los toppings. En mi caso, antes horneé un poco los ingredientes (también los puedes pasar por la plancha), para que estén un poco más cocidos antes de ponerlos sobre la pizza y que no suelten tanta agua durante la cocción de la pizza y que se cocinen a la par con la masa. Cortaremos la berenjena y calabacín en rodajas, los champiñones en láminas y el pimiento en tiras. Los cocinaremos dejándolos un poco crudos y los reservaremos. Pelaremos los tomates (si no los hemos comprado ya pelados) y los trituraremos con un dedito de agua o con el mismo jugo de los tomates. De nuevo, reservaremos para más adelante.
Paso 4:
Pasado el tiempo de fermentado de la masa, la sacaremos del bol y la colocaremos directamente sobre el papel vegetal en la que la hornearemos, donde previamente habremos espolvoreado un puñado de sémola, para conseguir un resultado más crujiente y «pro». Una vez ahí, haremos una bola y la iremos estirando. Podemos usar un rodillo enharinado, pero a mi me gusta más hacerlo con las palmas de las manos, estirando del centro hacia los extremos, ya que le da un toque más casero. A mi me gusta especialmente gorda, así que no la estiré demasiado, pero la podéis estirar hasta conseguir el punto deseado. También, si lo deseáis, podéis partir en dos la masa y hacer dos pizzas más pequeñas.
Paso 5:
En la base de la masa, verteremos el tomate triturado y lo repartiremos por toda la superficie, dejando los bordes libres. Después colocaremos los diferentes ingredientes de forma uniforme, hasta cubrir todo el tomate. Espolvorearemos el queso y el orégano. Colocaremos la pizza sobre una bandeja de horno y la cocinaremos a 250ºC, con calor por arriba y por abajo, durante unos 15 min o hasta ver que la masa está cocida. Podemos ponerla a gratinar unos últimos minutos y así dorarla ligeramente. Cuando los bordes estén gorditos y dorados ya la podréis sacar ¡y devorar!
La clave está en amasar de forma enérgica, dejarle el tiempo suficiente de fermentación y hornear la masa a alta temperatura, pues esto hace que la masa crezca y quede jugosa por dentro y crujiente por fuera.
Recién sacada del horno, con ese olor tan intenso y riquísimo, ¡os hará la boca agua! A comeeeeer ?